miércoles, 13 de diciembre de 2017

ARQUITECTURA DEL PORFIRIATO (1821-1877); ARQUITECTURA DE LA REVOLUCION MEXICANA

El urbanismo y la arquitectura han sido los -testigos insoslayables de la historia-  de los pueblos y estaciones ferroviarias que Francisco I. Madero observó en enero de 1910 a la velocidad de una locomotora de vapor del Ferrocarril SudPacífico-México durante su viaje proselitista por la región sur de Sonora, hoy, son  comisarías municipales y ciudades medianas.
Para los arquitectos,  urbanistas y  lectores interesados en la evolución  de  las urbes sonorenses es necesario  estudiar la historia de la arquitectura vernácula yaqui, la mexicana mestiza, la del porfiriato, la norteamericana de las estaciones del tren y por la compañía Richardson, y la de la post Revolución Mexicana que hoy es patrimonio intangible que no supimos conservar, mostrándonos la estética arquitectónica por su funcionalidad y los estilos construidos en sus épocas por determinado grupo social y cultural que las habitó.
Como el tema es bastante extenso, mencionaré como ejemplo el trazo colonial con su Plaza de Armas de Álamos y Guaymas, la cuadrícula de los pueblos mayos y el urbanismo dual de los pueblos tradicionales  a lo largo del río Yaqui y algunos de los géneros arquitectónicos habitacional, religioso, ferroviario, militar  y penitenciarios por ser obras palpables de nuestra historia.
Al trazo antiguo de la explanada con dos edificios de piedra centrales junto a ramadas ceremoniales y habitacionales esparcidas entre el monte circunvecino de las  rancherías yaquis (500-1617) se les yuxtapuso el plano urbano de las misiones jesuitas con su templo-atrio-campo santo, corrales, la casa del padre y bodegas de granos (1617-1767); con la secularización franciscana se convirtieron en pueblos abandonados y autónomos para   ser ocupados por colonos mexicanos y extranjeros  durante el México Independiente y en la época del porfiriato en fraccionamientos, colonias militares y pueblos mestizos trazados a cordel en forma cuadricular alrededor de una plaza central por la Comisión Científica de Sonora.
A partir de la Paz de Pitahaya en 1909 y de Vícam en  1910, los yaquis alzados  repoblaron sus pueblos para vivir conforme a sus usos y costumbres sin mestizaje, pero, a  partir de 1912,  optaron  por fundar nuevos barrios y poblados  continuando con sus características urbanísticas antiguas pero adaptadas a su cultura evolutiva a partir de una gran explanada desmontada y delimitada en un extremo por la Comunila de las autoridades civiles y militares y el otro, por el templo--conti,  las ramadas ceremoniales y viviendas de las autoridades religiosas, con la introducción de la infraestructura rural de carreteras o caminos, electricidad, tinacos elevados con agua, letrinas, telefonía y televisión satelital: Por la Comisaría de Cócorit: Torocoba, Guamúchil, Tajimaroa y la Loma de Guamúchil;  Por San José de Bácum: Tajimaroa y la Loma de Bácum;  por el pueblo de Belem:  Pitahaya y Las Guásimas; por Vícam Pueblo: Vícam Estación y el nuevo asentamiento al norte de la vía; Pótam y Tórim conservan su sitio original y los pueblos de Ráhum y Huírivis,  abandonados están por carecer de agua para beber a pesar de ser dueños de la mitad de la presa La Angostura.
La arquitectura yaqui se ha mantenido intacta por cuatro siglos, el colono mexicano la adaptó a casas-chinames y  cuarto-habitación de adobón; a partir de 1930, en  casas de adobe con techos de terrado y a partir de 1950, en casas unifamiliares de material y  losas de concreto y  casas de interés social o pie de casa con muros de block de cemento, vigas precoladas de concreto y bovedilla.
Los estilos arquitectónicos muestran el tiempo y espacio del grupo socio económico que los edificó:  La caseta de madera para uso de oficina-habitación-bodega, las “tehuas” habitaciones  en furgones y las “dipots” del ferrocarril al estilo rural confederado del suroeste de Estados Unidos;  los almacenes y molinos agrícolas neoclásicos y  la casa grande en campos del Valle del Yaqui;  las haciendas  (¿?) al sur de Cócorit y Guaymas; las residencias señoriales, neo coloniales y las Californias Houses  de Cajeme.
En el género religioso tenemos  las misiones  jesuita secularizadas y reconstruidas el estilo colonial  franciscano y a partir de 1920-1922, el bellos estilo neoclásico de ladrillo aparente en los templos de  Pótam, Belem y Vícam Pueblo (restaurada por un proyecto de mi autoría en 1976) para la pacificación yaqui de Adolfo de la Huerta. De la arquitectura militar: El Cuartel de Ortiz, la casona de Ignacio Mori en Pitahaya, el de Tetacombiate en la sierra del Bacatete y en el género penitenciario: La prisión militar de Lencho  y la ex cárcel pública de Guaymas diseñada y construida en 1892 por el ingeniero Alberto Guarneros.
Ramada tradicional de mezquite, durmientes y vara de pitahaya en la estación de las Guásimas.

La “Tehua” habitación,  furgón de tren en Vícam Estación adaptado como oficina militar y ferroviaria.

Iglesia de Nuestra Natividad de Vícam Pueblo, hermoso estilo neoclásico restaurada  en 1976.

Iglesia de San Pedro y San Pablo de Belem o Pitahaya, otro ejemplo del estilo neoclásico.

http://arkisanchez.blogdiario.com/1275256214/la-arquitectura-del-porfiriato-y-de-la-revoluci-n-mexicana/

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